Desequilibrios hormonales, procesos inflamatorios o procesos infecciosos provocan en algunas pieles la aparición de manchas, que son más comunes con la edad.
La melanogénesis tiene lugar en los melanocitos, células de la membrana basal de la epidermis que contienen en su interior melanosomas, unos gránulos en cuyo interior se sintetiza la melanina a partir del aminoácido tirosina y gracias a la enzima tirosinasa. Este proceso es altamente complejo y está condicionado no solo por factores genéticos y hormonales, sino también por el ambiente y el entorno que nos rodea. Cuando la melanogénesis se ve alterada, es cuando empezamos a ver manchas en nuestra piel, manchas que pueden categorizarse en función de su origen y tipología:
Melasma. Este primer tipo de mancha se suele encontrar principalmente en la cara y está muy asociado a trastornos o desequilibrios hormonales de nuestro propio cuerpo, provocados por cambios internos como podría ser la menopausia o el embarazo, o cambios que aplicamos desde el exterior, como la toma de anticonceptivos o los rayos UV. Los melasmas son manchas de larga duración, que se suelen presentar en mujeres a partir de los 20 años y que suelen incrementar durante los meses de calor debido a una mayor exposición al sol.
Cloasma. es el caso concreto de melasma producido por cambios hormonales relacionados con el embarazo.
Lentigo: se denominan también manchas seniles al aparecer mayormente a partir de los 60 años de edad. Esta tipología está muy relacionada con la exposición solar y las quemaduras producidas por este y otros factores a lo largo de los años, hechos que provocan un desgaste constante en la piel que deriva finalmente en una descompensación de la melanogénesis y la aparición de los lentigos. Una vez hacen acto de presencia, estas manchas son muy persistentes incluso en caso de reducir o cesar la exposición a las radiaciones solares.
Hiperpigmentación posinflamatoria: El tercer y último tipo de manchas del que hablaremos son las manchas posinflamatorias, aquellas provocadas por lesiones, dermatitis atópica, quemaduras o acné. Aparecen por una agresión puntual de gravedad en las capas superiores de la piel, hecho que puede desequilibrar la melanogénesis, sobre todo durante el proceso de cicatrización.
¿Cómo las tratamos?
De base, la mejor estrategia para el tratamiento de las manchas es la prevención frente a su aparición. El uso de fotoprotección diaria junto con una exposición racional a las radiaciones solares e incluso protecciones físicas como podrían ser gorros o gafas de sol, ayudará en gran medida a evitar su formación con los años y nos proporcionaran una piel más saludable durante mucho más tiempo. Para ello, desde Sensilis hemos desarrollado la línea Photocorrection, con productos fotoprotectores a la par que fotocorrectores que te proporcionarán una seguridad diaria frente a los rayos del sol mientras difuminan y tratan levemente las manchas de la piel.
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